1 Estaré atento y vigilante, como lo está el centinela en su puesto, para ver qué me dice el Señor y qué respuesta da a mis quejas.
2 El Señor me contestó: «Escribe en tablas de barro lo que te voy a mostrar, de modo que pueda leerse de corrido.
3 Aún no ha llegado el momento de que esta visión se cumpla; pero no dejará de cumplirse. Tú espera, aunque parezca tardar, pues llegará en el momento preciso.
4 Escribe que los malvados son orgullosos, pero los justos vivirán por su fidelidad a Dios.»
5 Los hombres orgullosos desean el poder; lo buscan sin descanso y siempre quieren más, aun cuando el poder es traicionero. Abren su boca, como el sepulcro; son insaciables, como la muerte, y por eso se lanzan a conquistar nación tras nación.
6 Pero todas las naciones conquistadas se burlarán del que las conquistó, cantándole: «¡Ay de ti, que te haces rico con lo que no te pertenece! ¿Hasta cuándo seguirás amontonando las riquezas que tomaste prestadas?»
7 Cuando menos lo esperes, llegarán tus acreedores, despertarán los que te atormentan y te dejarán desnudo.
8 Las naciones se unirán en contra tuya y te saquearán como tú las saqueaste a ellas. Te harán pagar todos tus crímenes, las violencias que cometiste en el país contra las ciudades y sus habitantes.
9 ¡Ay de ti, que has llenado tu casa con el producto de tus robos, para ponerte a salvo de todo peligro!
10 De ese modo has cubierto tu casa de vergüenza, y has causado tu propia destrucción al destruir a numerosas naciones.
11 Aun las piedras de los muros y la madera de las vigas gritarán en contra tuya.
12 ¡Ay de ti, que construyes tus ciudades sobre la base del crimen y la injusticia!
13 El Señor todopoderoso va a hacer inútil tu trabajo y tu fatiga, pues todas tus obras serán destruidas por el fuego.
14 Y el conocimiento de la gloria del Señor llenará entonces toda la tierra, como las aguas llenan el mar.
15 ¡Ay de ti, que emborrachas a tus vecinos dándoles vino mezclado con drogas, para humillarlos contemplando su desnudez!
16 En lugar de honor, te cubrirás de vergüenza, porque el Señor va a darte a beber una copa que te hará mostrar tu incircuncisión y convertirá en humillación tu gloria.
17 Las violencias que le hiciste al monte Líbano se volverán en contra tuya, y te espantarás por la matanza de sus animales. Esto te vendrá a causa de tus crímenes y de las violencias que cometiste en el país contra las ciudades y sus habitantes.
18 ¿De qué sirve una escultura en cuanto ha sido terminada? ¿De qué sirve una imagen que solo lleva a la mentira? Los ídolos no pueden hablar; ¿cómo, pues, podrá confiar en ellos el hombre que los fabrica?
19 ¡Ay de ti, que a un ídolo de madera le dices que despierte, y a una piedra muda, que se ponga de pie! ¿Podrán ellos comunicar mensaje alguno? ¡No, porque no tienen vida propia, aunque estén recubiertos de oro y plata!
20 Pero el Señor está en su santo templo: ¡guarde silencio delante de él toda la tierra!