El profeta se dirige a Dios

1 Señor, si me pongo a discutir contigo, tú siempre tienes la razón; y sin embargo quisiera preguntarte el porqué de algunas cosas. ¿Por qué les va bien a los malvados? ¿Por qué viven tranquilos los traidores?

2 Tú los plantas, y ellos echan raíces, y crecen y dan fruto. De labios para afuera, te tienen cerca, pero en su interior están lejos de ti.

3 Tú, en cambio, Señor, me conoces; tú me ves y sabes cuáles son mis sentimientos hacia ti. ¡Llévate a esa gente como ovejas al matadero; márcalos para el día de la matanza!

4 ¿Hasta cuándo va a estar seca la tierra y marchita la hierba de los campos? Los animales y las aves se están muriendo por la maldad de los habitantes del país, que piensan que no ves lo que ellos hacen.

Respuesta de Dios

5 «Si tanto te cansas corriendo contra gente de a pie, ¿cómo podrás competir con gente de a caballo? En terreno seguro te sientes tranquilo, ¿pero qué harás en la espesura del Jordán?

6 Aun tus hermanos, los de tu propia familia, te han traicionado, y a gritos te insultan a tus espaldas. No confíes en ellos, ni aunque te hablen con buenas palabras.

Tristeza del Señor por la suerte de su pueblo

7 »He abandonado a mi pueblo, he rechazado a la que fue mi posesión. He puesto en manos de sus enemigos a la nación que yo tanto amaba.

8 Este pueblo, que fue mi posesión, es ahora para mí como un león en la selva; ruge contra mí, por eso lo aborrezco.

9 Mi pueblo es como un ave de bello plumaje, a la que otras aves atacan. ¡Vengan, todos los animales salvajes; júntense a darse su banquete!

10 Muchos jefes enemigos han destruido mi viñedo, han pisoteado mi campo. Han convertido en desolado desierto el terreno que yo más quiero.

11 Lo dejaron desierto y desolado, y yo lo veo lamentarse. Todo el país está desierto, pero a nadie le preocupa.

12 Por todas las lomas del desierto vinieron hombres violentos, porque yo, el Señor, tengo una espada que destruirá el país de extremo a extremo, y no habrá paz para ninguno.

13 Sembraron trigo y cosecharon espinos; todos sus trabajos fueron vanos. La cosecha fue un fracaso por causa de mi ardiente ira.»

Promesas del Señor a los pueblos vecinos de Israel

14 Así dice el Señor acerca de los pueblos malvados, vecinos de Israel, que han destruido la tierra que él dio como herencia a su pueblo Israel: «Yo los arrancaré de sus tierras, y sacaré a Judá de en medio de ellos. 15 Pero después de arrancarlos volveré a tener compasión de ellos, y los haré regresar a su propia tierra y a su propio país. 16 Ciertamente ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal, pero ahora podrán establecerse en medio de mi pueblo, si de veras aceptan la religión de mi pueblo y juran por mi nombre diciendo: “Por la vida del Señor.” 17 Pero a la nación que no me obedezca, la arrancaré de raíz y la destruiré. Yo, el Señor, lo afirmo.»

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