Pecado de Jerusalén

1 El Señor dice: «Recorran las calles de Jerusalén, miren bien, busquen por las plazas, a ver si encuentran a alguien que actúe con justicia, que quiera ser sincero. Si lo encuentran, perdonaré a Jerusalén.

2 Hay quienes juran por la vida del Señor, pero juran en falso.»

3 Señor, lo que tú buscas es gente sincera. Los castigaste, pero no les dolió; los arruinaste, pero no quisieron aprender. Tercos, más duros que la piedra, no quisieron volver al buen camino.

4 Yo pensé: Solo los pobres se comportan como tontos, porque no saben lo que el Señor quiere, lo que su Dios ordena.

5 Me dirigiré a la gente importante y les hablaré. Ellos, sin duda, sabrán lo que el Señor quiere, lo que su Dios ordena. Pero todos se habían rebelado contra Dios, se habían negado a obedecerle.

6 Por eso saldrán leones de la selva y los matarán, los lobos del desierto los despedazarán, los leopardos los atacarán junto a sus ciudades y los harán pedazos cuando salgan; porque han cometido muchos pecados, numerosas traiciones.

7 El Señor dice: «¿Cómo voy a perdonarte todo esto? Tus hijos me han abandonado, y juran por dioses que no son dioses. Les di comida en abundancia, pero me fueron infieles y en masa se entregaron a la prostitución.

8 Como caballos sementales en celo, relinchan por la mujer de su prójimo.

9 ¿Y no los he de castigar por estas cosas? ¿No he de dar su merecido a un pueblo así?

10 ¡Que sus enemigos entren y arrasen el viñedo, aunque no lo destruyan del todo! ¡Que le arranquen las ramas, porque ya no es mi viñedo!

11 ¡Israel y Judá me han traicionado! Yo, el Señor, lo afirmo.»

Anuncio del castigo

12 Israel y Judá han negado al Señor; han dicho: «Dios no cuenta. Nada malo va a pasarnos, no tendremos ni guerra ni hambre.»

13 Los profetas son puro viento, pues la palabra del Señor no está en ellos. Pues bien, esto me ha dicho el Señor, el Dios todopoderoso: «Por decir ellos esas cosas, esto es lo que les sucederá: Voy a hacer que mis palabras sean en tu boca como fuego, y que el pueblo sea como leña, y que ese fuego lo devore.»

15 El Señor afirma: «Israel, voy a traer contra ti un pueblo que viene de lejos, un pueblo fuerte y muy antiguo. Tú no conoces su idioma ni entiendes lo que dicen.

16 Todos ellos son guerreros valientes, y sus armas significan la muerte.

17 Se comerán tus cosechas, tu pan, y aun devorarán a tus hijos y a tus hijas. Se comerán tus ovejas, tus reses, tus viñas y tus higueras. Con sus armas destruirán las ciudades fortificadas en que tú confías.»

18 El Señor afirma: «En ese tiempo, sin embargo, no los destruiré por completo. 19 Cuando te pregunten: “¿Por qué nos hizo todo esto el Señor nuestro Dios?”, respóndeles: “Así como abandonaron al Señor y se pusieron a servir a dioses extranjeros en su propia tierra, así también tendrán que servir a gente extranjera en una tierra ajena.”

Advertencia a Israel

20 »Avisen al reino de Israel, y digan a Judá:

21 “Oye esto, pueblo tonto y estúpido, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye.

22 Yo, el Señor, digo: ¿Es que ustedes no me temen? ¿Es que no tiemblan delante de mí? Yo puse la playa como límite del mar, un límite que el mar no puede pasar. Sus olas se agitan impotentes y rugen, pero no pueden pasarlo.

23 Ustedes tienen un corazón terco y rebelde; me abandonaron y se fueron.

24 No reflexionaron ni dijeron: Respetemos al Señor nuestro Dios, que a su debido tiempo nos da la lluvia en otoño y primavera, y nos reserva el tiempo señalado para la cosecha.

25 Pero el pecado de ustedes ha cambiado las cosas, y no pueden disfrutar de esos beneficios.

26 Porque hay en mi pueblo hombres malos que acechan como cazadores de pájaros, que ponen trampas para atrapar a los demás.

27 Llenan sus casas de objetos robados, como se llenan de pájaros las jaulas. Así se hicieron poderosos y ricos,

28 y están gordos y bien alimentados. Su maldad no tiene límites: no hacen justicia al huérfano ni reconocen el derecho de los pobres.

29 ¿No los he de castigar por estas cosas? ¿No he de dar su merecido a gente así? Yo, el Señor, lo afirmo.

30 »”Algo terrible, espantoso, está pasando en este país.

31 Lo que anuncian los profetas es mentira; los sacerdotes gobiernan a su antojo, ¡y mi pueblo así lo quiere! Pero, ¿qué harán ustedes cuando llegue el fin?”»

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