Job

1 Una vez más mis quejas son amargas porque Dios ha descargado su mano sobre mí.

3 ¡Ojalá supiera yo dónde encontrarlo, y cómo llegar a donde vive!

4 Presentaría ante él mi caso, pues me sobran argumentos.

5 ¡Ya sabría cómo responder a lo que él me contestara!

6 Pero él no usaría la fuerza como argumento, sino que me escucharía

7 y reconocería que tengo la razón; me declararía inocente, ¡me dejaría libre para siempre!

8 Pero busco a Dios en el oriente, y no está allí; lo busco en el occidente, y no lo encuentro.

9 Me dirijo al norte, y no lo veo; me vuelvo al sur, y no lo percibo.

10 Él conoce cada uno de mis pasos; puesto a prueba, saldré puro como el oro.

11 Yo siempre he seguido sin desviarme el camino que él me ha señalado.

12 Siempre he cumplido sus leyes y mandatos, y no mi propia voluntad.

13 Cuando él decide realizar algo, lo realiza; nada le hace cambiar de parecer.

14 Lo que él ha dispuesto hacer conmigo, eso hará, junto con otras cosas semejantes.

15 Por eso le tengo miedo; solo el pensarlo me llena de terror.

16 Dios, el Todopoderoso, me tiene acobardado.

17 ¡Ojala la noche me hiciera desaparecer y me envolviera la oscuridad!

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