1 ¿Hasta cuándo vas a seguir hablando así, hablando como un viento huracanado?
3 Dios, el Todopoderoso, nunca tuerce la justicia ni el derecho.
4 Seguramente tus hijos pecaron contra Dios, y él les dio el castigo merecido.
5 Busca a Dios, al Todopoderoso, y pídele que tenga compasión de ti.
6 Si tú actúas con pureza y rectitud, él velará por ti, y te dará el hogar que justamente mereces.
7 La riqueza que tenías no será nada comparada con lo que tendrás después.
8 Consulta a las generaciones pasadas, aprende de la experiencia de los antiguos.
9 Nosotros somos apenas de ayer, y nada sabemos; nuestros días en esta tierra pasan como una sombra.
10 Pero los antiguos podrán hablarte y enseñarte muchas cosas.
11 El junco y el papiro crecen solo donde abunda el agua;
12 sin embargo, estando aún verdes y sin cortar, se secan antes que otras hierbas.
13 Lo mismo pasa con los malvados, con los que se olvidan de Dios: sus esperanzas quedan frustradas.
14 Su confianza y su seguridad son como el hilo de una telaraña.
15 Querrán agarrarse al hilo, y no resistirá; o apoyarse en la telaraña, y no los soportará.
16 Los malvados son como verdes hierbas al sol, que se extienden por todo el jardín;
17 enredan sus raíces entre las rocas y se adhieren a las piedras,
18 pero si alguien las arranca de su sitio nadie podrá saber que estuvieron allí.
19 Así termina su prosperidad, y en su lugar brotan otras hierbas.
20 Dios no abandona al hombre intachable, ni brinda su apoyo a los malvados.
21 Él hará que vuelvas a reír y que grites de alegría;
22 en cambio, tus enemigos se cubrirán de vergüenza y la casa de los malvados será destruida.