1 ¡Ay de aquellos que aun en sus sueños siguen planeando maldades, y que al llegar el día las llevan a cabo porque tienen el poder en sus manos!
2 Codician terrenos, y se apoderan de ellos; codician casas, y las roban. Oprimen al hombre y a su familia, al propietario y a su herencia.
3 Por eso dice el Señor: «Yo también tengo planes contra ustedes. Voy a enviarles una desgracia de la que no podrán librar su cuello, y ya no podrán caminar orgullosamente porque serán tiempos de desastre.
4 En aquel día les cantarán a ustedes canciones en son de lamento. Les dirán: “Hemos sido completamente destruidos; nuestro pueblo, propiedad del Señor, ha cambiado de dueño sin que nadie lo impida; nuestros campos han sido repartidos entre nuestros conquistadores.”»
5 Por eso ustedes no tendrán parte en el pueblo del Señor.
6 «¡Que no nos vengan con profecías! —dicen ellos. ¡La desgracia no podrá alcanzarnos!»
7 ¿Acaso está maldito el pueblo de Jacob? ¿Es que Dios ha perdido la paciencia? ¿Es así como Dios actúa? ¿Acaso no beneficia su palabra al que se porta rectamente?
8 Ustedes se han alzado en contra de mi pueblo. Les arrebatan las ropas de valor a los que vuelven de la guerra pensando que ya están a salvo.
9 De sus amados hogares arrojan a las mujeres, y a sus niños los privan para siempre del honor que les he dado.
10 ¡Levántense! ¡Caminen! Este no es lugar de descanso; a causa de la corrupción que hay en él, será destruido completamente.
11 Si alguien inventa mentiras, y dice: «Yo anuncio vino y licor», ese es el profeta ideal para este pueblo.,
12 Voy a reunir a todo el pueblo de Jacob; voy a recoger al pequeño resto de Israel. Los juntaré como ovejas en el redil, como rebaño en el pastizal, y harán el ruido de una multitud.
13 Dios irá abriéndoles camino, y ellos le seguirán y saldrán por la puerta de la ciudad. Su rey, el Señor, marchará al frente de todos.