1 1 (1b) ¡Bendito sea el Señor, mi protector! Él es quien me entrena y me prepara para combatir en la batalla;
2 él es mi amigo fiel, mi lugar de protección, mi más alto escondite, mi libertador; él es mi escudo, y con él me protejo; él es quien pone a los pueblos bajo mi poder.
3 Señor, ¿qué es el hombre, para que pienses en él? ¿Qué es el ser humano, para que tanto lo estimes?
4 El hombre es como un suspiro; su vida pasa como una sombra.
5 Señor, descorre la cortina de los cielos, y baja; toca los montes para que echen humo;
6 lanza tus flechas, los relámpagos, y haz huir en desorden a tus enemigos.
7 Extiende tu mano desde lo alto, y líbrame del mar inmenso; líbrame del poder de gente extraña,
8 de los que dicen mentiras y levantan su derecha para jurar en falso.
9 Señor, voy a cantarte una canción nueva; voy a cantarte himnos con el salterio.
10 Tú, que das la victoria a los reyes; tú, que libraste a tu siervo David, líbrame de la espada mortal; líbrame del poder de gente extraña, de los que dicen mentiras y levantan su derecha para jurar en falso.
12 Nuestros hijos crecen como plantas en un jardín; nuestras hijas son cual columnas labradas que sostienen la estructura del templo.
13 Nuestros graneros están llenos, repletos de toda clase de alimentos. Nuestros rebaños aumentan por millares, por miles y miles en nuestros campos.
14 Nuestras vacas quedan preñadas, y no tienen su cría antes de tiempo. No hay gritos de alarma en nuestras calles.
15 ¡Feliz el pueblo que tiene todo esto! ¡Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!