1 1 (2) Oh Señor, quiero alabarte con todo el corazón y contar tus muchas maravillas.
2 2 (3) Oh Altísimo, por ti quiero gritar lleno de alegría; ¡quiero cantar himnos a tu nombre!
3 3 (4) Mis enemigos huyen delante de ti; caen y mueren.
4 4 (5) Tú eres juez justo: te has sentado en tu trono, para hacerme justicia.
5 5 (6) Has reprendido a los paganos, has destruido a los malvados, ¡has borrado su recuerdo para siempre!
6 6 (7) El enemigo ha muerto, y con él han muerto sus ciudades; tú las destruiste, y no quedó de ellas ni el recuerdo.
7 7 (8) Pero el Señor es Rey por siempre; ha afirmado su trono para el juicio:
8 8 (9) juzgará al mundo con justicia, dictará a los pueblos justa sentencia.
9 9 (10) El Señor protege a los oprimidos; él los protege en tiempos de angustia.
10 10 (11) Señor, los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan.
11 11 (12) Canten himnos al Señor, que reina en Sión; anuncien a los pueblos lo que ha hecho.
12 12 (13) Dios se acuerda de los afligidos y no olvida sus lamentos; castiga a quienes les hacen violencia.
13 13 (14) Señor, ten compasión de mí, mira cómo me afligen los que me odian, ¡sácame de las puertas de la muerte!
14 14 (15) Y así, a las puertas de Jerusalén, diré a todo el mundo que tú eres digno de alabanza, y que yo soy feliz porque me has salvado.
15 15 (16) Los paganos caen en su propia trampa; sus pies quedan atrapados en la red que ellos mismos escondieron.
16 16 (17) El Señor se ha dado a conocer: ¡ha hecho justicia! El malvado queda preso en la trampa tendida por él mismo.
17 17 (18) Los malvados y paganos, los que se olvidan de Dios, acabarán en el reino de la muerte;
18 18 (19) pues no siempre serán olvidados los pobres, ni para siempre se perderá su esperanza.
19 19 (20) Levántate, Señor; no consientas la altanería del hombre; ¡juzga a los paganos en tu presencia!
20 20 (21) Hazles sentir temor, Señor; ¡hazles saber que no son más que hombres!