1 Pídanle al Señor lluvias de primavera, y el Señor, que produce los relámpagos, las enviará en abundancia, y a todos les dará hierba en el campo.
2 La palabra de los ídolos es mentira, y es falso lo que ven los adivinos. Sus predicciones son sueños sin sentido, y sus palabras de consuelo están vacías. Por eso el pueblo vaga como un rebaño, y sufre por falta de un pastor.
3 Por eso dice el Señor: «Mi furor se ha encendido contra los pastores, y castigaré a los guías de mi pueblo.» El Señor todopoderoso, que cuida de su rebaño, de los descendientes de Judá, hará de ellos su fuerte caballo en la batalla.
4 De ellos saldrán la Piedra Angular, la Estaca de Tienda y el Arco de Guerra. De ellos saldrán todos los caudillos.
5 Serán como soldados que en la batalla pisan el barro de las calles; lucharán, porque el Señor está con ellos, y pondrán en vergüenza a los jinetes.
6 Dice el Señor: «Yo daré fuerzas a los descendientes de Judá y salvaré a los descendientes de José. Los guiaré de vuelta a su patria, porque tengo compasión de ellos. Volverán a ser como si yo nunca los hubiera rechazado, pues yo soy el Señor su Dios, que atiendo sus oraciones.
7 Efraín será como un soldado. Su corazón se alegrará como con vino, y al verlo se alegrarán también sus hijos. ¡Su corazón se alegrará a causa del Señor!
8 »Yo los llamaré y los reuniré, porque los he salvado. Volverán a ser tan numerosos como lo fueron en otros tiempos.
9 Yo los dispersé entre las naciones pero, aun estando lejos, se acordarán de mí, y un día volverán con sus hijos.
10 Los haré regresar de Egipto, los traeré de Asiria, los llevaré a Galaad y al Líbano, y serán tantos que faltará lugar para ellos.
11 Atravesarán el mar de Egipto, cuyas olas heriré. Secaré el Nilo hasta el fondo, destruiré el orgullo de Asiria y acabaré con el poder de Egipto.
12 Yo les daré fuerzas, y avanzarán en mi nombre. Yo, el Señor, doy mi palabra.»