II. EL REINADO DEL MESÍAS

(9—14)

a) El castigo de las naciones vecinas

(9.1-8)

1 Este es el mensaje que el Señor comunicó contra el país de Hadrac y la ciudad de Damasco: «Las ciudades de Siria pertenecen al Señor, lo mismo que todas las tribus de Israel. 2 También le pertenecen Hamat, vecina de aquellas ciudades, y Tiro y Sidón con toda su cultura. 3 Tiro construyó fortificaciones, y amontonó oro y plata como quien amontona barro. 4 Pero el Señor se lo quitará todo, y echará al mar su riqueza, y quemará por completo la ciudad.

5 »Cuando la ciudad de Ascalón vea esto, se llenará de espanto. Gaza también sufrirá mucho, y las esperanzas de Ecrón quedarán por los suelos. ¡Gaza quedará sin rey, y Ascalón quedará sin habitantes! 6 En Asdod vivirá una raza mezclada, y así humillaré el orgullo de los filisteos. 7 Les quitaré de la boca la carne con sangre que comen, y de entre los dientes, los alimentos prohibidos. Pero de esa gente habrá algunos que quedarán para mí; llegarán a ser parte de Judá, y Ecrón será como los jebuseos. 8 Y yo estaré atento para defender a los míos frente a cualquiera que pase por aquí. El opresor no volverá a oprimirlos, porque ahora yo vigilo con mis propios ojos.»

b) El futuro rey de Israel

(9.9-10)

9 ¡Alégrate mucho, ciudad de Sión! ¡Canta de alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una burra.

10 Él destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén y los arcos de guerra. Anunciará paz a las naciones y gobernará de mar a mar, del Éufrates al último rincón del mundo.

c) La restauración de Israel

(9.11-17)

11 Esto dice el Señor: «Jerusalén, por la sangre de tu alianza, yo sacaré del pozo sin agua a tus presos que están en él.

12 ¡Ustedes, cautivos que mantienen la esperanza, regresen a su fortaleza! Les digo que voy a darles en bendición el doble de cuanto tuvieron que sufrir.

13 Pues he tendido mi arco de guerra, que es Judá, y le he puesto una flecha, que es Efraín. De ti, Sión, haré una espada, y levantaré a tus hijos contra los hijos de Grecia.»

14 El Señor se mostrará sobre su pueblo; disparará sus flechas como rayos. Dios, el Señor, tocará la trompeta y avanzará entre las tempestades del sur.

15 El Señor todopoderoso protegerá a los suyos, y ellos pisotearán las piedras de los honderos y devorarán a sus enemigos; beberán su sangre como vino, se llenarán de ella como un tazón, como los cuernos del altar.

16 En aquel día, el Señor su Dios salvará a su pueblo como a un rebaño, y brillarán los suyos en su propio país como las piedras preciosas de una corona.

17 ¡Qué bueno, qué hermoso será el país! Con la abundancia de su trigo y su vino, nuestros muchachos y muchachas crecerán hermosos.

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