1 ¡Ay de la tierra de zumbantes langostas más allá de los ríos de Cus,
2 que por las aguas del río Nilo envía emisarios en barcas de juncos! Vayan, veloces mensajeros, a una nación de gente alta y de piel brillante, a un pueblo temido por doquier, a una nación agresiva y dominante, cuya tierra está surcada por ríos.
3 Cuando sobre las montañas se alce la bandera y suene la trompeta, ¡fíjense, habitantes del mundo! ¡Escuchen, pobladores de la tierra!
4 Así me dijo el Señor: «Desde mi morada miraré tranquilo, como los candentes rayos del sol, como las nubes de rocío en el calor de la vendimia».
5 Porque antes de la vendimia, cuando la flor se cae y madura la uva, se podarán los retoños y se arrancarán de raíz las ramas.
6 Todos ellos quedarán abandonados a las aves de rapiña y a los animales salvajes; durante el verano serán el alimento de las aves de rapiña; durante el invierno, de todos los animales salvajes.
7 En aquel tiempo ese pueblo de alta estatura y de piel brillante, ese pueblo temido por doquier, esa nación agresiva y dominante, cuya tierra está surcada por ríos, llevará ofrendas al Señor de los Ejércitos. Se las llevará al monte Sión, al lugar donde habita el nombre del Señor de los Ejércitos.