1 ¿Acaso ustedes, gobernantes, proclaman la justicia y juzgan con rectitud a los seres humanos?
2 ¡No! Ustedes a plena conciencia cometen injusticias, y la violencia de sus manos se esparce en el país.
3 Los malvados se descarrían desde que nacen; desde el vientre materno se desvían los mentirosos.
4 Su veneno es como el de las serpientes, como el de una cobra que cierra su oído
5 para no escuchar la música de los encantadores, del diestro en hechizos.
6 Rómpeles, oh Dios, los dientes; ¡arráncales, Señor, los colmillos a esos leones!
7 Que desaparezcan, como el agua que se derrama; que se rompan sus flechas al tensar el arco.
8 Que se disuelvan, como babosa rastrera; que no vean la luz del sol, cual si fueran abortivos.
9 Que sin darse cuenta, ardan como espinos; que el vendaval los arrastre, estén verdes o secos.
10 Se alegrará el justo al ver la venganza, al empapar sus pies en la sangre del malvado.
11 Dirá entonces la gente: «Ciertamente los justos son recompensados; ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra».